“Una versión narcomex de El Padrino”
RODRIGO FRESÁN
“Un libro como un pitbull. Una ves suelto, este thriller…carga y ataca sin piedad, y destroza a cualquiera que se cruce en su camino…”
THE WASHINGTON POST
Así es éste libro, “El poder del perro”, la gran novela del escritor Don Winslow. Un puñetazo en la boca del estómago, una espiral vertiginosa de violencia, un terremoto que hace tambalearse los cimientos de las estructuras políticas de EEUU y su política antidrogas, una descarnada y terroríficamente real muestra de hasta dónde alcanza el poder de los narcos mexicanos. La maldad, la corrupción y los bajos fondos del alma humana en 719 páginas. Una de esas joyas que en un principio pueden pasar desapercibidas pero que, gracias al siempre justo boca-oreja, acaban alcanzando el lugar de privilegio que les corresponde.
Llegué hasta ésta novela gracias, no voy a mentir, al comentario de Fresán. El Padrino me gusta muchísimo, y si esta novela le llegaba al menos a la altura de los tobillos merecería y mucho la pena. Y vaya si le llega, incluso le supera.
La novela es el inicio de esa brillante serie de novelas negras que está publicando Mondadori bajo la dirección de Rodrigo Fresán en su colección “Roja & Negra”. Y menudo inicio mas bestia.
La historia que cuenta es bastante sencilla. A lo largo de casi 25 años, Winslow nos cuenta, merced a varias historias paralelas y entrecruzadas entre si, el ascenso y caída de una familia de narcotraficantes, y la obsesión de un hombre por darles caza. Art Keller es un agente antidrogas de la DEA encargado de acabar con el narcotráfico froterizo en México. Tío Barrera es el gran señor de la droga mexicana. Sus sobrinos, Adán y Raúl Barrera, son dos muy dieferentes entre si, pero a ambos les une la misma ambición. Callan es un chico de los bajos fondos, asesino a sueldo por azar, sicario de la mafia y mercenario al mejor postor. El padre Parada es un cura empeñado en sacar oro de debajo de tanta mierda y ayudar a los mas necesitados. Nora Hayden es una prostituta de alto standing entrenada desde adolescente para enloquecer a los hombres, pero con un gran corazón. Estos son los personajes motores de la historia. Veremos el ascenso de los hermanos Barrera como señores del imperio narco mientras su tio cae, veremos como la vida la tiende continuas zancadillas a Art y le lleva a obsesionarse con destruir a los Barrera, a los que ha puesto en bandeja su señorío, y que antaño fueron amigos suyos. Veremos como Nora se vertebra en objeto del deseo de todos los que se cruza, pero sabremos que su corazón siempre estará con el padre Parada. Veremos a Callan con el agua al cuello ir de un lado a otro, un asesino que muestra mas humanidad que muchos señores. Veremos secundarios inolvidables como Guëro Méndez, otro capo de la droga, el cruel niño rico Fabian, el mafioso y vendido Sal Scacchi, veremos mafiosillos del tres al cuarto, policías corruptos, narcos asesinos capaces de todo por ejercer su poder, un santero milagrero y un chivato que responde al curioso nombre de “Mamada”. Thriller épico y coral, inolvidable.
Pero lo que importa es el como lo cuenta, y que es lo qué nos cuenta. Para empezar, es muy acertado el uso de un punto de vista coral para la historia. Los diferentes puntos de vista hacen que la trama avance fluida, y nos libra de maniqueísmos innecesarios o de arquetipos a la hora de describir a “buenos” y “malos”. Aquí todos son malos, o en su defecto gente con pocos escrúpulos. Los hay de varias clases: malos malísmos, como Tio Barrera, Raúl Barrera, Güero, Fabián el Tiburón, etc. Malos con alma, como Adán Barrera, un ser profundamente marcado por su hija enferma y por su amor con Nora, o como Callan, un animal herido en contínua huida incapaz de entregar su alma pero capaz de amar profundamente. Los hay buenos vencidos y derrotados que acaban por ser malos, como Art Keller, a quien los nobles principios del comienzo se le enturbian hasta que su cruzada parece mas una obsesión personal que algo correcto, y se vuelve capaz de cualquier cosa con tal de salirse con la suya. Y luego están los malos institucionales, como el Gobierno de México, la DEA, la corrupta policia estatal mexicana, la Iglesia Católica mexicana o el gobierno americano. Pero como en toda obra donde los matices claroscuros son los que mandan, en el fondo todos son la misma cosa, seres humanos, demasiado humanos, víctimas de sus instintos y ambiciones, hombres y mujeres capaces de amar y sufrir, de llorar, pero también de odiar con todas sus fuerzas y llevar hasta el final las consecuencias de su odio. Animales acorralados que luchan por sobrevivir en el cruel mundo que les rodea, que buscan la redención pero que no la encuentran, y que lo hacen de la única manera que saben, apelando a la violencia que llevan dentro, y que engendra mas violencia. Al final, para ellos la violencia es el único recurso que les queda, y es difícil dejar de usarla cuando vives rodeado de ella. Ese es el poder del perro, morder la yugular antes que te la muerdan a ti.
Pero Winslow también deja ver un poso de “humanidad” ante tanta bestia. Los personajes de Nora y del padre Parada son un pequeño rayo de luz ante tanta violencia. Ambos conocen los entresijos de la maldad, la han vivido en sus carnes desde siempre, conocen lo corrupto y podrido que se esconde tras los estratos de las esferas sociales que frecuentan, pero hacen uso de su poder (la religión y el sexo) para ayudar así a las esferas mas necesitadas, como hacen en el terremoto del DF, o mediando para acabar con la absurda guerra de narcos. Desde entonces su amistad es pura e inquebrantable, extraña (la puta y el obispo), y sólo se ve quebrada con la muerte de Parada, lo que llevará a Nora a buscar una venganza que la va a convertir, a la postre, en un perro mas.
La novela no ahorra en momentos escabrosos o violentos, en momentos de sexo o de esos que remueven hasta la conciencia mas sucia. El asesinato y sádica tortura de Ernie Hidalgo, la cruel vengaza de Fabian con el Güero, matando de un modo cruel y descarnado a su mujer Pilar, después de seducirla, y a los hijos de estos (ésta escena no es apta para gente muy sensible), la muerte de Parada, las escenas de sexo donde Nora está por medio, etc. Winslow hace uso de todo para mostrarnos lo que quiere, y lo consigue. No tiene miedo a nada, y nada debería soprendernos, pues todo forma parte de la realidad que nos circunda, todo está a nuestro alcance. Y eso es lo que asusta, que la realidad y esta ficción sean tan parecidas.
La novela avanza ágil y poderosa, narrada con un rítmo épico y un aliento incombustible (aquí el único que pierde el aliento es el lector), con una prosa ágil y rica en matices, capaz de mutar dependiendo de quien sea el personaje que nos lleva de la mano. Winslow es un muy buen escritor, alguien que conoce muy bien su oficio, que hace un gran uso de esa ingente documentación que fue obteniendo a lo largo de los años y que acabó por demostrarle que la realidad siempre supera cualquier ficción.
Dicen que la novela va a ser llevada a la Tv por la HBO, en una miniserie. Espero que sea pronto, pues será espectacular.
Libra mi cuello de la espada.
Y mi vida de las garras del perro.